viernes, 18 de julio de 2008

POR QUE AÚN NO TE PUEDO DECIR ADIOS


Pasaron tres años desde la muerte de la madre de Manuel. El niño ya tiene ocho años de edad. En la calle conoció a un joven de 16 años que era alcohólico y que vivía en un parque de la cuidad, su nombre era Carlos.
Carlos era como el hermano mayor de Manuel, le cuidaba día y noche, por que creía que era lo único importante en su vida.
Una noche fría y solitaria Carlos y Manuel caminaban sin rumbo, hasta que llegaron a las afuera de la ciudad. Ahí decidieron pasar la noche y por la mañana buscarían comida. Carlos llevaba siempre con el una botella de vino. Él era feliz con el alcohol por que era como una huida de ese mundo que le toco vivir. Manuel veía muy preocupado como Carlos bebía y le pregunto: “¿Por qué bebes Carlos?”. “para olvidar”, dijo éste. “¿Y bebiendo puedes olvidar?”, respondió Manuel. “Yo bebo para olvidar toda esta miseria y también para poder hablar con mi madre que esta en el cielo”, dijo Carlos. Manuel asombrado por lo que escuchaba insiste con las preguntas: “¿bebiendo puedas hablar con tu madre? si es así déjame beber un poco que necesito hablar con mi madre y poder preguntarle por que me ha dejado solo. Manuel eres muy pequeño para beber solo tienes ocho años, dijo Carlos. Por favor Carlos solo un poco. Carlos se quedo callado y pensativo y le dijo: “vale, pero solo un poco”. Así es como Manuel empezó a beber con el único fin de poder ver y hablar con su madre. Manuel se pasaba el día entero bebiendo y una tarde le dice a Carlos: “hecho mucho de menos a mi madre y cuanto mas bebo menos consigo hablar con ella. Han pasado tres años desde la muerte de mi madre”. Carlos le dice que al principio en difícil poder hablar con las madres pero que con el tiempo se consigue lo deseado. Manuel bebe sin para hasta quedar inconsciente y es en ese momento cuando puede ver a su madre y le dice: “Aun no puedo aceptar que te haya perdido. Te busco por las noches, lloro pensando que tú al verme así volverás a mí. Como si llorando lograra que regreses a mi lado”. La imagen de la madre lo observaba pero no decía nada. Y Manuel seguía replicándole a su madre: “sabes empecé a beber para olvidar que estoy solo, olvidar que no existo para nadie, creí que bebiendo podría olvidar este dolor que cada día me tiene peor. ¿Tú que estas en lo más alto, por que no me llevas contigo? ¿Por qué no terminas de una vez con este dolor? ¿No vez que cada día que pasa es un infierno para mí? Tengo ocho años y parece que ya lo he vivido todo, la bebida ha hecho de mi, un triste personaje para este mundo. Sabes, ayer estuve caminando por las calle y conocí a mi amigo Carlos, él me cuida y siempre esta conmigo”. Un día sin darnos cuenta llegamos a las puertas del cementerio. Entonces decidimos entrar para verte dormir, y no se si recuerdas lo que te dije, pero ahora que te puedo ver no me importa repetirlo: “hola mamá, ¿Cómo estas? Yo muy triste, hoy es mi cumpleaños y estoy muy solo en esta vida, hace tres años que no estas conmigo, tres años que duermo solo, tres años en los cuales no he recibido ni un beso, ni un abrazo. De mi padre no se nada, supongo que debe estar muy contento con su nueva esposa y de mí ni se debe acordar. Porque no regresas mamita, te prometo que me voy a portar muy bien, ya no te haré travesuras, siempre haré lo que me pidas, pero regresa por favor”.
En ese momento el niño se despertó en la cama de un hospital y con él estaba su amigo Carlos y una enfermera. La enfermera al ver que Manuel reaccionó el dice: “¿Cómo te sientes? ¿Necesitas algo?, y el niño responde: “¿Qué hago yo aquí?, la enfermera le dice: “tu amigo te trajo de emergencias por que habías sufrido un coma etílico”.
Manuel no entendía que era el coma etílico así que le dice a Carlos: “¿Entonces todo lo que he vivido ha sido un sueño?”, La enfermera no entiende nada y le dice: “llevas así 2 semanas, hablabas mientras dormías, tenias mucha fiebre, creíamos que te ibas a morir”. Manuel muy furioso le dice a la enfermera: “Y por que no me dejáis morir de una ves, yo quiero irme con mi madre al cielo, no quiero vivir otros tres años lejos de ella, tu no sabes lo que es vagar por las calle, pasar hambre, dormir en un parque, ver como los niños juegan con sus madres, ¿sabes cuantas lágrimas he derramado por ella? No creo que te lo puedas imaginar, nadie sabe como vivimos nosotros los huérfanos, nadie se preocupa de brindarnos su ayuda. Por favor, déjame morir, que mi alma no soportara mas dolor que el que ya he vivido. ¿O es que estas lágrimas que estoy derramando no te conmueven?”.
Carlos le dice a Manuel que se calme que ellos solo tratan de ayudarle.
Manuel se arranco el suero que tenia conectado en sus brazos y rápidamente sale corriendo de la habitación ante los ojos de aquella enfermera que lloraba al oír su historia. Carlos sale tras el. Manuel estaba aun muy débil pero aun así, sale corriendo a la calle y sin percatarse que venia un coche decide cruzar la calle, así que es arrollado por un autobús. La enfermera que estaba con él salio corriendo a socorrer al niño, pero ya era demasiado tarde. Manuel abre sus pequeños ojitos y al ver a Carlos a su lado le dice: “gracias por todo lo que has hecho por mi, hoy me reencuentro con mi madre en el cielo, a ella le pienso contar las molestias que te has tomado conmigo, ahora solo puedo decirte adiós”. El niño cerró los ojos y como ultimo recuerdo se lleva la imagen de su gran amigo Carlos que observaba llorando como su único amigo moría arrollado en la calle. Toda la gente que presencio esa situación miraban asombrado todo lo que estaba sucediendo.
Carlos coge en brazos a su amigo Manuel y lo lleva a una banco que estaba en la cera del frente y allí le dice: “tu también te fuiste, todo esto fue por mi culpa. Yo no debí haberte dejado beber. Si te lo hubiera negado aun seguirías vivo”.
Y así acaba una vida más en este mundo, pero a lo lejos nace otra.

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